Sube mi presión arterial
mientras acostada en mi cama
escucho el susurro de una canción
que se disfraza de muerte dama.
Siento cómo mi cuerpo se eriza
y ya estoy poseída por aquello,
que más que elevarme al cielo
hace que me revuelque entre risas.
El placer entra en acción,
dejo ser a la niebla eléctrica
que con susurros me violenta,
agotando los latidos de mi corazón.
Sobrevivo y no me basta,
quiero más, quiero el alfa,
quiero el roce de esa barrera
entre lo onírico y lo irreal.
Salgo de mi cuerpo,
Comienzo a divagar.
¡Oh sí! ¡Oh más!
¡Oh dulce pesadilla!
¡Déjame levitar!
Siento la llamada profunda
de esa precisa voz negra
que me encontró hace siete años,
y hasta ahora me atormenta.
¿A dónde voy? ¿Quién soy?
Si él me ve durmiendo
echada en cama, ¡oh!...
¡Estoy consciente, estoy viendo!
Entre brisas feliz me revuelco
sintiendo mi esencia
y ya miro al suelo,
observo el tiempo, y a él lo espero.
sábado, 26 de septiembre de 2009
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