sábado, 26 de septiembre de 2009

Alfa.

Sube mi presión arterial
mientras acostada en mi cama
escucho el susurro de una canción
que se disfraza de muerte dama.

Siento cómo mi cuerpo se eriza
y ya estoy poseída por aquello,
que más que elevarme al cielo
hace que me revuelque entre risas.

El placer entra en acción,
dejo ser a la niebla eléctrica
que con susurros me violenta,
agotando los latidos de mi corazón.

Sobrevivo y no me basta,
quiero más, quiero el alfa,
quiero el roce de esa barrera
entre lo onírico y lo irreal.

Salgo de mi cuerpo,
Comienzo a divagar.

¡Oh sí! ¡Oh más!
¡Oh dulce pesadilla!
¡Déjame levitar!

Siento la llamada profunda
de esa precisa voz negra
que me encontró hace siete años,
y hasta ahora me atormenta.

¿A dónde voy? ¿Quién soy?
Si él me ve durmiendo
echada en cama, ¡oh!...

¡Estoy consciente, estoy viendo!

Entre brisas feliz me revuelco
sintiendo mi esencia
y ya miro al suelo,
observo el tiempo, y a él lo espero.