miércoles, 21 de julio de 2010

DOPPELGÄNGER

Doppelgänger de mi estadía, bazofia de mí;
traslúcido a mis sombras de ingenuo color.
Mi vida es una absurda ilusión, los higos se funden
en contrapunto de mis manos de flor, estoy hundida
en mi implosión. Comenzó la guerra psíquica...
Y yo, de humana no soy más que la fatídica antagonista
de mi fantasmagórico yo.

Doppelgänger de mi esterilidad, diastrofia de mí;
te cargaste mis lunas rotas.
Gemela maldita que asesina mis vulnerables
salidas del laberinto dadá furtivo,
que me arranca con las uñas los gritos,
hasta que me deja herida.

Bilocación histérica que carcome mi sien,
y me entrega a la más asquerosa vaciedad
de mis venas. Mi efímero esqueleto queda envuelto
en una confusión de dos entes etéreos.
Soy la piedra en el zapato, soy las cosquillas tortuosas
del verano. Soy los besos malos dados, magulladores;
soy la maldición y la guerra que aflora de mi baúl.

Vacuidad...

EN EL AHORA

Bifocales son mis ojos que con tormentos ven el ahora.
Huyen de la pena infinita que por su casa asoma;
clamor de desidia, de beligerancia mal estructurada.
Algunos seres humanos son partícipes siendo camadas,
yo, estoy ermitaña en la Luna de mi Midsommar,
roja escarlata, ardiendo en infinitas flamas, siendo luciérnaga insana.
La música de circo inspira mi poesía,
y ser un ente humano es una completa desgracia.

A solas mi yo y mí, sufrimos la agonía maldita,
la plena insatisfacción que la carne implica
y hasta mi otro yo, se ríe de ver tanta amenaza.
Ser humano es una desgracia.

viernes, 16 de julio de 2010

TEDIO, MALDITO TEDIO

Tengo puesta la nariz de payasa,
y me aterro al ver el juego, el miserable juego.
Todo es tan irreal...
Decir que te quiero luego del maltrato
sería una conducta totalmente irracional.
Estos juegos absurdos me dejan tirada en el asfalto,
como una perra mundana, como cenicienta sin zapato.

Como lo que soy, es la verdad.

Es una pena, una estúpida pena,
y me aterra.
Qué más da? Es igual.

Ya estoy de regreso, pintándome la careta de bufón,
y me expongo sabiendo la realidad
mientras consumo mi tragedia de mujer aterrada,
fracasada.

Tedio, maldito tedio que me quita la vida
entre pastillas y ataques al miocardio.
No han sido unas buenas semanas, el cuerpo
orgánico falla... Y pagué por la función, y aquí estoy,
actuando como una mísera bastarda disfrazada.

Tedio, maldito tedio.

lunes, 12 de julio de 2010

UN CUERPO DE HOMBRE...

Un cuerpo de hombre es mi exégesis,
mi fruta divina, mi mayor santuario
y complemento. Un cuerpo de hombre
es mi reliquia, mi mayor esperanza,
la fe y el éxodo de mis noches muertas;
que me libera y me deja tendida en su nación,
de sabias líneas y entumecimientos.

Un cuerpo de hombre es mi debilidad,
mi mayor condena y riqueza... El hecho
de la concupiscencia no es impersonal,
va de la mano con mi esencia divina de Lilith.
Un hombre, cualquiera sea su condición
es un templo de divina devoción,
que me hunde y apresa.

Mi Alcatráz es un cuerpo de varón,
mordaz, que me intimide cuando mis
poros destilen su calor a hembra;
que me arrope cuando tenga frío
y me incite dentro de su moción.

Un cuerpo de hombre es mi eterna
búsqueda, y mi sabio camino hacia
la capitulación de mi dermis, de mi
almíbar segregado... Que tanto genera
satisfacción. Turbias siluetas fálicas
que a la mujer exacerban, que deleitan
los extremos rocosos de sus pecho fláccidos,
y su manantial de caderas buscando el
arrebato, el embeleso, y el espasmo.


Siniestra Nostram.

HEMATEMESIS

Erupta mi sucia boca un poco de su tragedia
inescrutable, cuando el vómito revienta sin esmena,
y triste me deja malherida de vino orgánico;
el que sin querer mancha mis patéticos labios.
Fétidas son las venas ancladas en el influjo de mi marea,
venas ardientes de desgracia, de violencia que acecha
a cuerpo plácido y mente abierta.
Colmenas de vasos rotos, rindiendo el siniestro
de éste inmundo momento en el que siento a mi
influjo sanguíneo metamorfosearse en hematemesis,
mientras me recorre toda para salir de mi cuerpo,
evaporando lo poco que tenía de alegre mi sumo perfecto.
Se desfonda mi interior, ahora expuesto en gotas
nerviosas, que brotan de mí, por mi sucia boca,
que me extinguen y me agotan... Me dejan ermitaña y sola.
Cuán profundo es mi intensificado dolor, seguro que mi hocico
lo sabrá en éste momento; es insuficiente verlo
desde el participio pasado de un vulgar verbo; sencillamente no puedo.
Fatalismo nauseabundo corroe mis vírgenes poros,
me adentra en el yomotsu oscuro. Y yo sólo siento infinita tristeza
por la hematemesis asquerosa que quiebra mi careta a puñetazos.
Porque me golpeó, desbarató mis ilusiones orgánicas y anatomopatólogas
a causa de un sentido celo y recelo.
Erupto los pozos hondos de mi torrente sanguíneo devorado,
porque el vómito llegó con ánimos turbios, erosionándolo todo
sin mantener una sincronía con mi sistema linfático,
sin objetividad y delicadeza;
porque tuve un austero tacto hacia sus imitaciones de
preciosas gemas. Que tanto le afectan... Que tanto le afectan.
Pero mi sangre sigue siendo mía, y aunque la hematemesis
haya sido involuntaria -pobre loca cotidiana-
yo no derramaré una gota de mi vino,
ni de mis vasos sanguíneos maltratados. Porque no es
novedad quedarme sin sonrisa, tampoco que me quiten la vida,
(aún cuando sigo abriendo los ojos y respirando el traicionero aire
que bien y a poco conserva mis triviales días de sentidos escasos).

Siniestra Nostram.

Coloquio tácito entre dos poetas.-

Mi semblante expresa sufrimiento;
el magro rostro que se ve al espejo
es mi atamiento, ilusionismo
presuroso, que me hace huir de mí
y de mi póstuma entelequia;
hoy comprendí que debo dejar a Ira,
y a la Pequeña Muerte.
Pero la disyunción de mis éxtasis asnal
¡Oh! Bien sé que me condenará,
a posteriori, cuando no lo espere,
cuando ya sea agujero para el puñal.


¿Qué realidad encierran tus palabras,
que avivan este cuerpo envejecido...?
¿Qué conceptos musitas en mi oído,
haciendo que mis horas sean amargas,
intentando saber su contenido...


¡Oh, mi buen y fiel amigo,
no es más que mi aseidad!
El dies irae de mi vida llegaría,
y helo aquí, tentador y desafiante.
Cierto, los recuerdos son tan claros como el día;
y yo, benéfico amigo, he vivido en las cloacas,
he sido fiera fémina de brazos pendencieros;
¡oh, si pudiera migraría al inferno,
sólo por abstenerme de ésta encrucijada cruel!
Ahora, miro yo un terciopelo negro y gigante,
¿sabes tú, hidalgo mío, dónde se esconde la luna
los días como hoy, cuando más estoy errante?


Mejor que los recuerdos, es el olvido;
abandonemos falsas entelequias.
Yo, buscando tus lunas circunspectas,
me hundo entre sus aguas turbulentas
en las que nunca me hube yo atrevido.
Y me pregunto triste y abatido
¿Qué mensaje en tu verso regalado,
que por culto resulta luminoso,
nos envía ese ente misterioso
que a ti por mensajera te ha elegido…?


El ente no es más que la tragedia
de una írrita noche de orfebres y joyas alucinantes,
que quema las horas, que las hace errantes.
Mas Tú, que a mi vida llegas
como el arquitecto de mis laberintos,
Dédalo de mis ociosos castillos;
te digo, querido amigo, que has hilado mi consciencia.
Porque tu esencia alquímica, atéica
y rimbombante, es dogmatismo para mi esencia,
éxtasis trasunto de simpatía -que es a mi juicio-
atractivo y deleitante; tu esencia es loable.
Tú, que has motivado mis letras,
mi espíritu rebelde y mis crudas anatemas
de la mano con mi consciencia;
Yo, que opto por complementar tu existencial riqueza;
ya que lo permites, alma gemela mía,
que un día te encontré en medio del caos de éste
valle de agonías... No te diré que no, pues,
¿cómo podría? Adelante andaremos buscando
un refugio en el camino de la quintaesencia,
porque nuestras almas, de inoperantes...
Quedarán por siempre... Exentas.


Igual que tú comparto yo esas horas,
que la tragedia impone; y en ellas,
al tiempo que apaciguo yo mis penas,
urdo ideas tentadoras,
y con ellas visito las estrellas.
Por esas latitudes;
entre abismos de luz y pura esencia,
¡Oh, amiga mía!
Supe de tu presencia,
y siendo yo un profano tú me diste la mano.
Supe de tu talento y tu razón,
de tu versar barroco y culterano,
del cual hoy, al compartirlo a la limón;
querida amiga, me siento tan ufano.
Almas gemelas -dices-
Y sí, podríamos ser… ¡te lo aseguro!
Pero qué tarde nos hemos conocido…
Yo soy el ayer. Tú eres el futuro.
Mas
¿Por qué, Musa, me tienes tan en vilo…?
Si yo, ya en mis noches de quebranto
sólo debo pensar en el asilo,
o en el verdor gramil de un camposanto…


Yo que caí pronto en el distópico mundo hiperbólico
-por mis viciosos pasados, debió ser-,
consumí mi deceso con la mayor agracia,
y antes del tiempo justo reencarné...
Rompí las líneas del tiempo (¿cómo no? A saber),
y ahora todo gira, cambia y se torna azul.
El espejismo atacó por el medio atardecer
un día cualquiera de mis salidas mundanas,
pero, entre tanto, ¿qué fue lo que divisé?
No más que a un hombre cívico, bien armado,
transformado en el Plutarco de mi Queronea...
Docto ensimismado; porque el color muta
cuando la edad da pasos, la intensidad
maniática cambia cuando se crece,
y la profundidad es más dura, porque se paga;
pero Tú sigues asentando el monopolio letrado
de tus tesis, y eso importa más que el escenario funesto
que todos esperamos -aunque nos cueste un triunfo entenderlo-.
Por eso, querido amigo, veo yo en tus letras
crudas semejanzas ya aprendidas, limadas...
Camino recorrido del que aún mucho me falta.
Nequáquam paso desapercibida del Neptuno de mis aguas,
pues no podría... Mi emporio existencial es concorde
a las líneas que versas en tus sapientes líricas.


Por: Recaredo y Siniestra Nostram.

Te extraño en la profundidad de mi absoluto mar

Te extraño en la profundidad de mi absoluto mar.
Cuánto te quiero, te anhelo... Y te pienso mientras observo
a las gentes en sus modos, y en su cotidiano caminar;
Te extraño más de mil lunas y doscientos años luz;
hoy necesito uno de tus abrazos... Los que me dabas ausente,
o presente... Ésos que me hacen mesuradamente feliz.

Te extraño en la profundidad de mi absoluto mar.
Acá todo es muy diferente. La vida es plácida, pero ninguno
conoce la palabra amor. No pueden, porque tú eres tú,
porque el cielo infinito de estrellas pertenece a tu jardín;
y por más que ellos quieran, no lograrán desprenderme de ti.

Hoy extraño tus perpetuas sonrisas, tu noble corazón,
tu grandeza y fortaleza venideras, tu verdadero calor.
Necesito presenciar tus gesticulaciones traviesas,
tus momentos sardónicos; pero las horas me queman...
Cada segundo enturbia mi pensamiento y entristezco;
Te extraño en las profudidades de mi absoluto mar.

Siento que mi alma gélida ya va cambiando su color;
¿sabes? He visto cosas nuevas, aprendido otras que tú,
nunca hubieras pensado en que las viera, si quiera;
y éso es algo que me genera un poco de emoción,
pero me quiebra el tiempo, porque no tengo tu calor.

Recuerdo tu genio, tus sonrisas, tus aguantes,
tus chistes inhumanamente insoportables... Crueles.
Recuerdo cuando fui tu mejor satisfacción y tu peor dolor;
las horas en las que te llamé al móvil desesperada,
para regalarte un beso y un abrazo a deshoras, de madrugada,
de tardes o de mañanas, sólo porque necesitaba oir tu voz.

Te extraño tanto que te estoy escribiendo un poema,
mal estructurado deberá ser, mis manos hoy están temblando.
Y colapso, entierro mi cabeza y enloquezco esperando
la próxima llamada, y te recuerdo
una y otra vez... 

Te extraño en la profundidad de mi absoluto mar.
Es lo que hay.

Siniestra Nostram.

Melodía prodigiosa, corona de laurel.

Qué lindas son las personas que con la vida no se destiñen;
sonatas armónicas que nunca pierden el tempo, su homónimo.
Aún cuando sus pentagramas execran alteraciones, y el barítono
reviva un silencioso acorde, y sin pensarlo genere un calderón.
Porque aunque sigan creando notas de paso, son también acentos;
canon de divinas figuras... De sueño, entusiasmo y amor pleno.

Qué nobles son las personas que no pierden su concerto de color;
apoyaturas en corcheas rayadas y notas escritas; dosillo de negra sonrisa.
Qué digno que se hallen en fuga con los pies desnudos, descalzos;
y a contrapunto de ventanas escondidas. Pianoforte hecho ave de paso.
Entes magestuosos dentro de sus mordentes de bellas negras
y de lindos intervallos... Cortos o largos, pero siempre asegurados.

Qué grandes son las personas que mantienen su orquesta
con el Oboe destilando armonía por cualquier lado del asfalto;
sin necesidad de agonías y fútiles melancolías, rompiendo olas,
generando algarabías con el corazón hecho todo un becuadratus,
que sin ánimos apresurados anda ya violento... Devorando penas
y tormentos ardientes, tragedias lejanas o cercanas; plus en sus da capos.

Quiero ser como aquéllas gentes que con acento definido divagan
entre el coro y el fagot... Siendo ópera y pandereta en divina percusión;
con sus sueños indefinidos contenidos en preciosas castañuelas
nadadoras de mil océanos. Viajes gloriosos en grupettos de sutilezas
hechos filarmónica -como la de Torino- untando alegrías infinitas,
rindiéndose a sus caprichos, pero con la morada fija en un familiar corazón.

Siniestra Nostram.

IBÍDEM, in æternum est.-

A quo, las marcas pasadas transformaron mi destruído edicto,
y estuve quebrada y sentada en el banquillo, siendo daño emergente,
buscando segunda instancia a cada uno de mis tachados pasos.
Sería irracional que me digas que no me comprendes.

Ab initio, el abandono de destino se generó sin controversia rebelde,
sin anestesia, por estar la obra llena de vicios ocultos que el vendedor
no me expuso -y de muy mala manera-, con sus cínicas reticencias
hizo gala a la bona fides ausente, y al daño inminente de éste.

El magistrado ponente urgido por formular queja, quebró mis garantías
constitucionales, actuando bajo la efímera figura de gestor de cosa absurda;
hundió mis negocios jurídicos recurriendo al término de la novación,
sin previo aviso, sin importarle acaso mi íntegra y supuesta omisión.

Papeletas, somos vulgares papeletas de una lid sin contestación.
El uso se transformó en usucapión, y ahora, aquí estamos,
asediados dentro del organismo de la calumnia fulminante;
siendo partes activas dentro del firmamento de querellas y lapsos.

Tú y yo... Tú y yo.

¿Acaso hundes cada uno de mis delitos porque gozas de capacidad jurídica?
¿Por qué te dejas consumar por un simple acto en el que estás de adherido?
Ad litem, no puedes afianzar mis lazos externos, sean cualesquieras que sean,
por causa y razón de que yo, no he estado incurriendo en abuso de derecho.

No puedes, no...

Papeletas, somos vulgares papeletas de una lid sin contestación.
El uso se transformó en usucapión y ahora, aquí estamos,
asediados dentro de la institución de la confusión, rindiéndonos a la
estúpida acción reflejada en el abstracto libelo, acción de condena en dos.

IBÍDEM.-------------------------------------------------------------------

Siniestra Nostram.

Aerolito metamorfoseado, densa realidad.

Oh, Lacerta... Tú, que tan acomodada estás
y me observas desde el infinito interestelar,
ven y búscame, y sácame a pasear;
pues mi alma se consterna al ver miseria,
y los días se hacen lóbregos, y me enferman.

Oh, Lacertae... Que tan azul y distante estás,
apabulla mi alma pétrea y funesta, las noches
como ésta, en las que me siento sin caridad.
Ando entre las nebulosas turbias de Cygnus;
por favor, rescátame, no me quedo en paz.

Oh, mi eterna Lacerta, más brillas tú que Helio
en los claros de una noche fétida y vulgar,
que me aprisiona, me envuelve entre corcovas,
y se rinden mis rudimentos a la sandez fútil
del frágil adepto mortal, escondiendo su As de rufián.

Oh, mi Lacerta, inyéctame el tósigo cósmico
y aturde mis sentidos elevándome al más allá;
sabes bien que me canso de torturar el reposo
y hoy no es buen día para pensar. Mi alma está
quebrada de observar penuria humana...

Lacerta... Abrázame que quiero descansar.

Siniestra Nostram.

Amor lascivo II. (Epístola de despedida).

¡Oh! Vuelves a mí con el sobrellevado amor, Moloc de mis primaveras,
Grinch de mis días de invierno y de navidades con sentidos escasos,
puente de brujas, adormecido, por sus peines, cabellos y peinados.
"I'm still in love with u, no sabes cómo te he extrañado", dices;
a pocos días de consumar la película de terror y tu funesto lazo.

Vienes yéndote de mí, cual hombre digno que salió de su pocilga
con el ímpetu de un valiente caballero, y con ansias de enamorado,
pero no de ella... Más sí de las risas por dejar tu papel de condenado.
Atravesarás la muralla que nos distó y unió, en días de vela y barco;
eres un perfecto bastardo, sabes que sí, eso ni tú puedes negarlo.

Lo sé, me lo pediste con gritos con ánimos de niño desesperado,
mi Moloc de mis primaveras, mi boca plácida, preferida y pérfida.
Pero, ¿cómo pretendes que acepte la verdad y te alabe en tu nuevo
escenario? ¿Acaso no sabes que tus palabras son martillos a mi cuerpo
hoy divinamente postulado como suave solitario y derrumbado?

Mi vida se tornará alegre, porque al fin de cuentas me hiciste caso,
un corazón soberbio e impenetrable como el tuyo, en corrientes,
encontró a su doncella de los elíseos campos, del edén, del encanto;
tú vístete de terciopelos, levitas y sedas al estilo Victoriano; que yo...
Yo me alegraré y me buscaré una vida. Ya estábamos hechos.

El renacimiento de tu vida figurará inclusive en asombro a tu ira
y caerás en la cuenta de que no servías para tanto. Y regresarás a mí,
como lo haz hecho en otros tiempos, con otras actrices y escenarios.
Pero si tu chica Barbie Blonde te ata tus pesadas manos de albañil,
no me esperes tanto, regresa conmigo a la senda del diablo, ipso facto.

Pero la vida continúa y tendrás sucesor en tu trono de lodo y rocas,
y aunque tengo empeño en que todo sea una gran mentira...
Igual disfruto la menuda y fehaciente obra de teatro;
lo malo es que estoy muy lejos como para darte un buen regalo, (risas)
pero más aún lo es, estar a la espectativa de tus dados dibujados.

Xxxxx... La suerte está echada.
Vamos, ¡largo!

Siniestra Nostram.

Sarcasmos nocturnos.-

Hablemos de las travesuras que gritan, hundidas en deshonestidad;
del juego de palabras maltratado y obsesivo, con ruda compulsividad.
Ando harta del cansancio que se refleja en el espejo de mi morada;
el insomnio proscrito de mi irresoluta muerte me volvió a visitar.

Charlemos de la despreciable consciencia programada -furiosi, quizás-,
que con pérfidas y asesinas miradas lanza ráfagas de viento, gimiendo,
y arregla mi óbito como un vulgar ritual de miseria alegórica y pueril;
excremento de la vida, bazofia equívoca residente de un sucio bulevar.

Juguemos a que soy hoja de acero damasco cortando las caricias cínicas
que a mi poliedro concurren con sus lenguas bífidas, para acabarme,
alterando toda mi paradisiaca realidad. La que me acompaña en días
de comedia porque tiré los naipes adecuados, y supe jugar.

¡Oh! maldita sea mi vida y mis noches convertidas en sardónicos días;
anatema soy en mis almohadas y sucias sábanas de porquería hastiada.
Réprobas tormentas eléctricas generan mi condena, a solas, hundida,
cuando tengo el ojo a media asta y allí se queda; hendido en su desgracia.

Cenizas...

Siniestra Nostram.

Deseo de enredaderas.-

Siento una mordaza en mi boca
cada vez que te pienso, nené.
Surgen grandes inventos, tormentos,
la vida revive... Las olas me corroen.

Anhelo un trémulo beso
de tus labios gastados, usados...
Cada día de mis horas límpidas,
cuando me siento cerca o lejos de tus brazos.

Ando ahogada en un mar sin fondo
derritiendo mi piel mojada,
rindiendo cada lunar a tu morada,
deseándote en mis tímidas almohadas.

Necesito un suspiro, un nuevo capricho,
pues las horas lejos de ti, nené...
Me hacen la vida añicos, me envenenan
el turbio vaso en el que juego con mi lengua.

Perturbados mis sentidos exhalados
fúnebre noche la que me concierne
ajena a ti, no obstante es demasiado;
bien sabes que soy de ti.

Siniestra Nostram.

La niña arisca y su comedia.-

Soy una arisca y el hombre lo dijo en sus lamentos:
"Desde que me dijiste que muriera todo me va mal"
La vida se le desquebraja, gracias a mis energías negativas, quizás,
lo cierto es que me da igual; no quiero que me trate nunca más.

Soy una arisca perfecta, ya que hasta el intento por evitarlo
me sale realmente mal. Y me sonrío y me amargo tanto,
que vuelven los ciclos de violencia a mi errante andar
más que necesario es que no me importa, es que me da igual.

Soy una arisca impúdica que no ha sabido cómo obrar
la sonrisa se torna turbia, y ya las ganas comienzan a aumentar
cada una de las malas caras que entrego, con puños cerrados
y ojos perturbados, encendiendo fuego por cualquier lugar.

Soy una maldita arisca de la divina existencia,
podrida por dentro, ya ni lo puedo negar, ¿já, ja?
Estoy harta de las estúpidas maniobras de la vida,
hoy lo único que quiero es que me dejen en paz.

La ira, la furia... Quisiera reventarlo todo,
todo lo que esté a mi alrededor, (buena manera de jugar).
Ulises me volvió a visitar, es tan infame que me regaló su cólera
y ahora sólo quiere que invoque a Ares y que comience a pelear.

Jódete, déjame en paz.

Siniestra Nostram.

Adecuación empírica de una realidad.

Siento en mis pezones sus razones
cuando reverberan traviesos, como almendras
saboreadas sutilmente en una aguda boca;
me envuelve como serpiente veraz
con ímpetu implícita, hasta entregarme
al camino del dogmatismo de mi obscenidad.

Siento en mi fuero sus pesares
cuando loca y desesperadamente desean
culminar la xilografía inconclusa de dos crónicas.
Nequáquam sus divinos pensamientos
lo entrecruzan puerilmente a mi camino,
sino al contrario, porque ante él me rindo.

La metrópolis quiere figurar en encanto y destino.

La fuerza centrífuga comienza el juego a ultranza,
y mientras intento comprender el lenguaje callado
el equino vespertino me amolda
en un río de alucinaciones, y yo, absorta,
escucho los latidos de mi corazón acelerado
mientras mis trémulas piernas brillan
al saborear ese vino añejo delicioso, amargo.

Siento en mis emociones sus razones,
porque todos los días hace de mis horas
un escenario tenue, ajeno a mi esencia hardcore.
Me reta, me aprehende sinuosamente;
y con sus sentidos idílicos bastante firmes,
arremete como bestia legendaria
que, sin escrúpulos ni penas, merodea mi jardín.

Y yo ciegamente me entrego, rindiéndome a sus caprichos
como mujer fiera y bufón del baúl de las condenas
pero con la verdad de una Beauvoir cualquiera,
porque me trastorna de entusiasmo
servido y comido en un dirigible o
en un simple globo aerostático con propulsión;
donde las líneas inmortales de una única emoción
pura, atemporal y honesta,
está carcomiendo mi fétida razón.

Me gusta, me gustas.

Lunar Impericia.

Dónde estás que no vienes?
Que me hundo en el desespero,
aterrada por el amor, de dos.
¿Dónde estás, pedazo de inmunda,
cuando me ahogo en el cinismo
y sufre ira el mórbido corazón?
¿Dónde estás cuando extraño tu voz?
Deja el resentimiento conmigo y la vida,
aléjate de Neptuno y de Plutón;
vuelve a mí, cruel amante mía...
Necesito tus besos, tus claros,
y palmadita en la espalda
a modo repetición.
¿Dónde estás, puta traicionera?
Te largaste con otros, con cualquiera.
Ya te he dicho que eres mía,
y eso a nadie le causa preocupación.
Necesito el efluvio de tus besos, tus abrazos;
claudicar mi sentencia, revivir nuestro amor
hecho mil pedazos, tanto como esa perla
que se esparció por el mundo entero,
para generarnos abstraccionismo y confusión.
Te extraño, mi bella gema. Regresa, por favor;
recuperemos nuestro Sirius y nuestro Shikón.

Siniestra Nostram.