sábado, 5 de febrero de 2011

POR QUÉ

Por qué me abandonas, polimorfo salvaje,
cuando siento que más te necesito.
Por qué.

Por qué las ideas vagas de ésta súper niña
no llegan a la puerta de tu destino.
Por qué.

Hoy sentí tu legado,
y se pintó el cielo de oscuro negro
y soles trémulos.

Y una caricia críptica
esparcida en nota musical
rozó mi rostro mortecino,
y ruborizó mis mejillas la melancolía de tu tacto.

Yo lo sentí.

Por qué no sirvió de nada el juego
en el que dos servían de complemento.
Por qué.

Por qué, si en mi cielo
las nubes dibujan estrellas
y mis ojos reflejan un fonema,
que no distan mucho de las abstracciones mentales
que tanto distinguen tu alma bizarra,
(bueno, alma morbosa y extraña.)

Sí.

Ahora la incógnita me deja en vilo
y me hace presa del alcatraz de mi alma,
y maldigo ésta oscura y lóbrega noche aciaga,
que sella mi paranoia, mi silencio y mi agonía tácita.

Y expuesta quedo, con las pupilas desgastadas
y los nervios yuxtapuestos,
por no tener certeza de cuál será tu próxima jugada.

Y muero como la Fedra desesperada,
como Alvin con una estaca en su yugular clavada
o como una mona tití acelerada.

Gris.