domingo, 28 de febrero de 2010

La Ansiedad.



A veces siento que mis cabellos son nubes y que en la vida puedo andar sin echar a llorar. Es complicado para mí dejar de llorar. Pero eso ahora no es de relevancia. Lo cierto es que estoy sintiendo que me falta algo para salir todos los días a vivir. Aunque admito que es verdad que muté, cambié de mundo y pese a que ya llevaba una frecuencia en ésta línea del tiempo y algunas anteriores sobre lo que es relativamente mi nueva cultura, siento que me sigue faltando algo.

En tertulias con mis pocos amigos y con alguno que otro personaje en mi familia, siempre comentaba las necesidades del hombre para subsistir. Pero fue un golpe a mi consciencia venir a Escandinavia y encontrar a mi nuevo destino (ya viejo extrañado) y comenzar a vivir junto a las Valkirias y algunos otros Dioses. Vivir, que en mi argot no es más que estarse en la vida cómodamente, en confort, pues. Tenía mucho tiempo que no me sentía tan tranquila y tan feliz como ahora. Reitero, he dejado de llorar. Y aunque he sentido mucha nostalgia, el nuevo ambiente me ha motivado a poder "ser" y "estar" divinamente. Pero sigo siento que algo me falta... Seguro que no es la cantidad irracional de café que solía consumir todos los días de cada semana sin falta. Poco extraño mis dos litros diarios de cafeína, y sin crema. Ahora le tomo con leche y exageradamente cuatro tazas al día.
Sé que es el pecado de caminar por los campos elíseos o andar fresca y cándida en la tormenta. Son las ganas de recorrer con desenfreno mis montañas e ir más allá... A ese mundo paralelo. Es la brisa fresca que se transforma en la brisa de la muerte cada una de mis noches, cuando a solas o en conjunto comienzo a proporcionar a mi vida un poco de ese alguno de todo lo que yo denomino "requisito sine qua non para mi vida". Es consumir un poco de estrellas brillantes colgadas en telones negros que cubren la ciudad. Es comer a mordiscos algún pedazo de Luna, ese astro que me guiará a esas orillas perfectas y anheladas a las que quiero llegar, a paso lento y desenfadado. Es romper el témpano de hielo y buscar un escondite para almacenar los restos de cuerpos sólidos y gélidos de ese gran azul y blanco hermoso. Es tocar el agua con mis dedos y hacer florecer jazmines en la superficie de la mar, es atravesar un gran océano.

Ansío algo, ese algo es un capricho, o quizás mi peor vicio.

Ese algo eres tú.

VERSIÓN LIBRE DE "EL VIENTO DEL NORTE"


Versión libre de: El Viento del Norte.


Hace frío en el exterior. La nieve cubre la ciudad y los pocos campos visibles y aproximados, un viento gélido sopla con furia, agita las ramas de los árboles y trata de introducirse en la casa de madera en la que estoy, a través de las rendijas de las ventanas.
Dentro está el calor. El fuego de la chimenea ilumina mi rostro y crepita alegremente, irradiando luz y tranquilidad.

Son largas las veladas. Largas y apacibles las horas. Estoy sentada, cuasi acurrucada en una silla larga, cerca de la chimenea. Dentro de unos instantes la magia de mi locura hará aparición en forma indefinida, y mi imaginación (como todos los días) emprenderá su delicado y tortuoso vuelo... Y se producirá el encantamiento apenas comience a mover los hilos, hasta que pacientemente se abra el telón. Acá, por estas tierras bálticas, ha dejado de asustarme el ulular del viento o la nieve que no deja de caer en enormes y suavísimos copos. Ya, a través de la ventana puedo fijar mi mirada en el invisible mundo que comenzó hace minutos a abrirse en el barril de mi memoria e intelecto; presto mucha atención, tanta atención como sólo los niños saben hacerlo, con los ojos muy abiertos. Suele ser como el dulce murmullo que penetra mis oídos con toda claridad. Es una invitación para que yo también participe y me convierta en un personaje más.

Una vez que pronuncio cualquier palabra, comienza mi encantamiento, y los protagonistas comienzan a hacer aparición ante mi mirada. En mi mundo sombrío y de colores, todo es posible y nada tiene que ver con la irrealidad de las corrientes vidas. Y ocurren los hechos más insólitos con la naturalidad de mi eterna fantasía. En mi mundo, un oso es capaz de confesar sus pecados porque le muerde la consciencia; una madrastra perversa puede conducirme a un castillo escondido que se encuentra al Este del Sol y al Oeste de la Luna. Pero no todas las madrastras son pérfidas. Siempre hay una excepción. Una, al menos. Y las hadas se disfrazan de ansianas; además, no sólo es importante la bondad y el valor que son necesarios para llevar a cabo cualquier empresa, por difícil que sea. También la astucia es una condición obligatoria. Para engañar al Diablo sin corazón, por ejemplo.

El modus vivendi de las sociedades y diferentes culturas alteran la oscuridad tenebrosa de mi alcoba, siempre dispuesta a convertirse en mis pesadillas (por ahora) invernales. Pesadillas que a veces se convierten en sueños apacibles cuando son los gnomos o las hadas quienes los guían. Y no me quedo boquiabierta cuando permito que la fantasía y la imaginación lleguen a mi vida; es algo supra natural.
Existe también demonios, que no son más que diablos menores sin la inteligencia del amo de las tinieblas. El amo de las tinieblas siempre tiene aspecto enfermizo y cuerpo delgado, anda desdichado y mira con inquietud a sus curiosos visitantes, y a veces se queda perplejo de lo que observa. Una hospitalaria familia puede ser digna de su admiración. Un corazón noble es invulnerable a su tacto, y él no le condena. A veces suele ser exacto a algún otro sujeto, exacto como dos gotas de agua.
Las estaciones suceden en calma y sólo episodios sin importancia alteran el ritmo que no es sino una línea continua. Sí, siempre continua. La amistad es capaz de romper todas las barreras y todos los hechizos.

Ahora estoy dentro de un barco. Un barco grande, y es inmensa la alegría que me genera estar a punto de partir a la mar. Ella siempre ha sido mi destino, adonde siempre deberé ir, de donde soy y eternamente soy. El barco está a punto de zarpar, y no siento nervios. Estando dentro del camarote; con embutidos, cigarrillos, una botella de licor de café, y poco más para el frío... Siento que trasciendo. Estoy sentada en la ventana del camarote, se parece al portal del paraíso. La vista del mar es incrédula, hasta para mí. Andaré todo el mar Báltico. Y ni siquiera el amo de las tinieblas permitirá que me aterre ante tan deseada y preciosa escena. El barco echó a andar, y yo observo la naturaleza, digna de amar.
Cuando nos alejamos de la orilla se levantó el viento y nos empujó a alta mar, izaron la vela mayor y navegamos endemoniados. La tempestad bulaba el mar congelado, rugían y azotaban los trozos de hielo despiadadamente, y la barca crujía al picar el hielo. Pero yo me divertía con la peligrosa navegación, reía a carcajadas y canté tan alto que sentí que dominaba el ruido de la tempestad. Mar adentro, todo el báltico congelado, el barco va abriendo paso a menos de 30 km. / H.
Neptuno se reflejó en la bahía y los archipiélagos, piratas y navegantes perdidos lloraban de dolor en la superficie del mar. Veo andar corazones a la deriva, y pipas al estilo de popeye en los labios de los marineros muertos en la mar. Hace mucho frío, y el barco se mueve de un lado a otro sin piedad.
El amo de las tinieblas hizo su aparición en forma de rostros agresivos y dolorosos que se pintan en la ventana y quieren entrar para aterrarme.

He oído muchas veces que existen lugares encantados, como la Isla de Üdrost en Norway, que emerge del mar, durante las tempestades más violentas, para dar refugio a los náufragos. Quién no desea acceder a esa isla mágica cuando el barco está a punto de zozobrar? Seguro que allí encontraré a un venerable ansiano de largas y blancas barbas que me conducirá a una mansión resplandeciente y llena de exquisitos manjares; o sino, podré volver a mi humilde morada con mis manos llenas y mi porvenir, y el de los míos. Hay muchas ilusiones y encantamientos a través de la ventana, justo ahora veo cómo vamos andando a ras con el fondo del mar, veo la arena. Antes había visto sólo una colina cubierta de nieve. Pero he podido contemplar la Isla de Üdrost que me hubiera salvado esta noche... Con los ojos de mi imaginación, que son también los de mi alma.

Otra vez llegará la noche y la fría velada. Y la magia se producirá en instantes mágicos cuando mi ensoñación se apodere de mí, y se produzca el encantamiento. Aunque tengo sueño, el fuego ha producido una sensación de bienestar agradable y probablemente demoraré un rato en dormirme. Pero estoy segura que luego de esto, mi sueño será tranquilo en días, que aún es poco ameno últimamente. Y llegará la primavera y la nieve se derretirá, pero no en mis sueños, nunca en mis sueños.

El frío y la nieve, los cuatro vientos y los bosques.
Acá soy feliz. Acá trasciendo, y en el Ártico me muero.

domingo, 7 de febrero de 2010

ESPERADO

Me propuse escribirte
ente equivocado, indefinido.
Estoy un poco angustiada,
debes comprenderlo,
es mi primera vez.

Qué ganas monótonas de saberte,
qué maltratos encaminados he padecido,
aberrantes, delirantes,
que sufro por tu ausencia
y por la clara espera.

Pero qué crees que quiero
cuando digo que te espero.
Seguro lo imperfecto, lo confuso,
es innegable que te liarás estos días,
y yo no sabré cómo escribir.

Pactos, maniobras, cadenas,
ciclos, llantos, condenas,
torturas insanas en mi cabeza;
es lo único que me queda de ti
en la realidad de mi diario vivir.

Anduve un poco ofuscada
en cualquiera de estos días
porque pensé a ratos en ti,
Y me deprimí haciendo el intento
de quererte imaginar a mi lado,

Sufrió mi corazón.

Por eso te pido que te vayas,
estoy harta de tus escenas cínicas y cíclicas,
me tienes verde perturbando mi agonía,
de esto que sin ti
llamo yo vida.

Porque no te encuentro,
porque es tanto mi lamento
de soledad, amargura
y delirio eterno del afecto
que contigo, y sin ti, siento,
que prefiero a ratos estar sola
contemplando tu ausencia,
maltratando el tiempo
con copa en mano,
y brindando al tintineo.