domingo, 28 de febrero de 2010

VERSIÓN LIBRE DE "EL VIENTO DEL NORTE"


Versión libre de: El Viento del Norte.


Hace frío en el exterior. La nieve cubre la ciudad y los pocos campos visibles y aproximados, un viento gélido sopla con furia, agita las ramas de los árboles y trata de introducirse en la casa de madera en la que estoy, a través de las rendijas de las ventanas.
Dentro está el calor. El fuego de la chimenea ilumina mi rostro y crepita alegremente, irradiando luz y tranquilidad.

Son largas las veladas. Largas y apacibles las horas. Estoy sentada, cuasi acurrucada en una silla larga, cerca de la chimenea. Dentro de unos instantes la magia de mi locura hará aparición en forma indefinida, y mi imaginación (como todos los días) emprenderá su delicado y tortuoso vuelo... Y se producirá el encantamiento apenas comience a mover los hilos, hasta que pacientemente se abra el telón. Acá, por estas tierras bálticas, ha dejado de asustarme el ulular del viento o la nieve que no deja de caer en enormes y suavísimos copos. Ya, a través de la ventana puedo fijar mi mirada en el invisible mundo que comenzó hace minutos a abrirse en el barril de mi memoria e intelecto; presto mucha atención, tanta atención como sólo los niños saben hacerlo, con los ojos muy abiertos. Suele ser como el dulce murmullo que penetra mis oídos con toda claridad. Es una invitación para que yo también participe y me convierta en un personaje más.

Una vez que pronuncio cualquier palabra, comienza mi encantamiento, y los protagonistas comienzan a hacer aparición ante mi mirada. En mi mundo sombrío y de colores, todo es posible y nada tiene que ver con la irrealidad de las corrientes vidas. Y ocurren los hechos más insólitos con la naturalidad de mi eterna fantasía. En mi mundo, un oso es capaz de confesar sus pecados porque le muerde la consciencia; una madrastra perversa puede conducirme a un castillo escondido que se encuentra al Este del Sol y al Oeste de la Luna. Pero no todas las madrastras son pérfidas. Siempre hay una excepción. Una, al menos. Y las hadas se disfrazan de ansianas; además, no sólo es importante la bondad y el valor que son necesarios para llevar a cabo cualquier empresa, por difícil que sea. También la astucia es una condición obligatoria. Para engañar al Diablo sin corazón, por ejemplo.

El modus vivendi de las sociedades y diferentes culturas alteran la oscuridad tenebrosa de mi alcoba, siempre dispuesta a convertirse en mis pesadillas (por ahora) invernales. Pesadillas que a veces se convierten en sueños apacibles cuando son los gnomos o las hadas quienes los guían. Y no me quedo boquiabierta cuando permito que la fantasía y la imaginación lleguen a mi vida; es algo supra natural.
Existe también demonios, que no son más que diablos menores sin la inteligencia del amo de las tinieblas. El amo de las tinieblas siempre tiene aspecto enfermizo y cuerpo delgado, anda desdichado y mira con inquietud a sus curiosos visitantes, y a veces se queda perplejo de lo que observa. Una hospitalaria familia puede ser digna de su admiración. Un corazón noble es invulnerable a su tacto, y él no le condena. A veces suele ser exacto a algún otro sujeto, exacto como dos gotas de agua.
Las estaciones suceden en calma y sólo episodios sin importancia alteran el ritmo que no es sino una línea continua. Sí, siempre continua. La amistad es capaz de romper todas las barreras y todos los hechizos.

Ahora estoy dentro de un barco. Un barco grande, y es inmensa la alegría que me genera estar a punto de partir a la mar. Ella siempre ha sido mi destino, adonde siempre deberé ir, de donde soy y eternamente soy. El barco está a punto de zarpar, y no siento nervios. Estando dentro del camarote; con embutidos, cigarrillos, una botella de licor de café, y poco más para el frío... Siento que trasciendo. Estoy sentada en la ventana del camarote, se parece al portal del paraíso. La vista del mar es incrédula, hasta para mí. Andaré todo el mar Báltico. Y ni siquiera el amo de las tinieblas permitirá que me aterre ante tan deseada y preciosa escena. El barco echó a andar, y yo observo la naturaleza, digna de amar.
Cuando nos alejamos de la orilla se levantó el viento y nos empujó a alta mar, izaron la vela mayor y navegamos endemoniados. La tempestad bulaba el mar congelado, rugían y azotaban los trozos de hielo despiadadamente, y la barca crujía al picar el hielo. Pero yo me divertía con la peligrosa navegación, reía a carcajadas y canté tan alto que sentí que dominaba el ruido de la tempestad. Mar adentro, todo el báltico congelado, el barco va abriendo paso a menos de 30 km. / H.
Neptuno se reflejó en la bahía y los archipiélagos, piratas y navegantes perdidos lloraban de dolor en la superficie del mar. Veo andar corazones a la deriva, y pipas al estilo de popeye en los labios de los marineros muertos en la mar. Hace mucho frío, y el barco se mueve de un lado a otro sin piedad.
El amo de las tinieblas hizo su aparición en forma de rostros agresivos y dolorosos que se pintan en la ventana y quieren entrar para aterrarme.

He oído muchas veces que existen lugares encantados, como la Isla de Üdrost en Norway, que emerge del mar, durante las tempestades más violentas, para dar refugio a los náufragos. Quién no desea acceder a esa isla mágica cuando el barco está a punto de zozobrar? Seguro que allí encontraré a un venerable ansiano de largas y blancas barbas que me conducirá a una mansión resplandeciente y llena de exquisitos manjares; o sino, podré volver a mi humilde morada con mis manos llenas y mi porvenir, y el de los míos. Hay muchas ilusiones y encantamientos a través de la ventana, justo ahora veo cómo vamos andando a ras con el fondo del mar, veo la arena. Antes había visto sólo una colina cubierta de nieve. Pero he podido contemplar la Isla de Üdrost que me hubiera salvado esta noche... Con los ojos de mi imaginación, que son también los de mi alma.

Otra vez llegará la noche y la fría velada. Y la magia se producirá en instantes mágicos cuando mi ensoñación se apodere de mí, y se produzca el encantamiento. Aunque tengo sueño, el fuego ha producido una sensación de bienestar agradable y probablemente demoraré un rato en dormirme. Pero estoy segura que luego de esto, mi sueño será tranquilo en días, que aún es poco ameno últimamente. Y llegará la primavera y la nieve se derretirá, pero no en mis sueños, nunca en mis sueños.

El frío y la nieve, los cuatro vientos y los bosques.
Acá soy feliz. Acá trasciendo, y en el Ártico me muero.

2 comentarios:

  1. La melancolía que me genera la mar... Mi mar.
    A ésta no me la pueden robar, es mía y de nadie.
    La comparto las tardes de verano, y poca cosa más.

    Siniestra.

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