lunes, 12 de julio de 2010

Coloquio tácito entre dos poetas.-

Mi semblante expresa sufrimiento;
el magro rostro que se ve al espejo
es mi atamiento, ilusionismo
presuroso, que me hace huir de mí
y de mi póstuma entelequia;
hoy comprendí que debo dejar a Ira,
y a la Pequeña Muerte.
Pero la disyunción de mis éxtasis asnal
¡Oh! Bien sé que me condenará,
a posteriori, cuando no lo espere,
cuando ya sea agujero para el puñal.


¿Qué realidad encierran tus palabras,
que avivan este cuerpo envejecido...?
¿Qué conceptos musitas en mi oído,
haciendo que mis horas sean amargas,
intentando saber su contenido...


¡Oh, mi buen y fiel amigo,
no es más que mi aseidad!
El dies irae de mi vida llegaría,
y helo aquí, tentador y desafiante.
Cierto, los recuerdos son tan claros como el día;
y yo, benéfico amigo, he vivido en las cloacas,
he sido fiera fémina de brazos pendencieros;
¡oh, si pudiera migraría al inferno,
sólo por abstenerme de ésta encrucijada cruel!
Ahora, miro yo un terciopelo negro y gigante,
¿sabes tú, hidalgo mío, dónde se esconde la luna
los días como hoy, cuando más estoy errante?


Mejor que los recuerdos, es el olvido;
abandonemos falsas entelequias.
Yo, buscando tus lunas circunspectas,
me hundo entre sus aguas turbulentas
en las que nunca me hube yo atrevido.
Y me pregunto triste y abatido
¿Qué mensaje en tu verso regalado,
que por culto resulta luminoso,
nos envía ese ente misterioso
que a ti por mensajera te ha elegido…?


El ente no es más que la tragedia
de una írrita noche de orfebres y joyas alucinantes,
que quema las horas, que las hace errantes.
Mas Tú, que a mi vida llegas
como el arquitecto de mis laberintos,
Dédalo de mis ociosos castillos;
te digo, querido amigo, que has hilado mi consciencia.
Porque tu esencia alquímica, atéica
y rimbombante, es dogmatismo para mi esencia,
éxtasis trasunto de simpatía -que es a mi juicio-
atractivo y deleitante; tu esencia es loable.
Tú, que has motivado mis letras,
mi espíritu rebelde y mis crudas anatemas
de la mano con mi consciencia;
Yo, que opto por complementar tu existencial riqueza;
ya que lo permites, alma gemela mía,
que un día te encontré en medio del caos de éste
valle de agonías... No te diré que no, pues,
¿cómo podría? Adelante andaremos buscando
un refugio en el camino de la quintaesencia,
porque nuestras almas, de inoperantes...
Quedarán por siempre... Exentas.


Igual que tú comparto yo esas horas,
que la tragedia impone; y en ellas,
al tiempo que apaciguo yo mis penas,
urdo ideas tentadoras,
y con ellas visito las estrellas.
Por esas latitudes;
entre abismos de luz y pura esencia,
¡Oh, amiga mía!
Supe de tu presencia,
y siendo yo un profano tú me diste la mano.
Supe de tu talento y tu razón,
de tu versar barroco y culterano,
del cual hoy, al compartirlo a la limón;
querida amiga, me siento tan ufano.
Almas gemelas -dices-
Y sí, podríamos ser… ¡te lo aseguro!
Pero qué tarde nos hemos conocido…
Yo soy el ayer. Tú eres el futuro.
Mas
¿Por qué, Musa, me tienes tan en vilo…?
Si yo, ya en mis noches de quebranto
sólo debo pensar en el asilo,
o en el verdor gramil de un camposanto…


Yo que caí pronto en el distópico mundo hiperbólico
-por mis viciosos pasados, debió ser-,
consumí mi deceso con la mayor agracia,
y antes del tiempo justo reencarné...
Rompí las líneas del tiempo (¿cómo no? A saber),
y ahora todo gira, cambia y se torna azul.
El espejismo atacó por el medio atardecer
un día cualquiera de mis salidas mundanas,
pero, entre tanto, ¿qué fue lo que divisé?
No más que a un hombre cívico, bien armado,
transformado en el Plutarco de mi Queronea...
Docto ensimismado; porque el color muta
cuando la edad da pasos, la intensidad
maniática cambia cuando se crece,
y la profundidad es más dura, porque se paga;
pero Tú sigues asentando el monopolio letrado
de tus tesis, y eso importa más que el escenario funesto
que todos esperamos -aunque nos cueste un triunfo entenderlo-.
Por eso, querido amigo, veo yo en tus letras
crudas semejanzas ya aprendidas, limadas...
Camino recorrido del que aún mucho me falta.
Nequáquam paso desapercibida del Neptuno de mis aguas,
pues no podría... Mi emporio existencial es concorde
a las líneas que versas en tus sapientes líricas.


Por: Recaredo y Siniestra Nostram.

2 comentarios:

  1. En verdad es un extraño y tácito coloquio... Una extraña mezcla de estilos opuestos, donde la sencillez de uno se engarza como verde enredadera al surrealismo casi fatídico del otro.
    Me encantó.

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  2. Algunos dicen que la poesía es sencillez, y yo estoy de acuerdo con tal afirmación, por eso me cuesta definir mis letras con la distinción de "poemas". En efecto, el coloquio compone tesis y antítesis (curiosa creación). Fue un hermoso reto trabajar con Recaredo, un gran poeta y don.
    Me alegra que te haya gustado, Anónimo.
    Gracias por tu lectura, recibe un gran abrazo.

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