domingo, 16 de mayo de 2010

Dime el por qué.

Dime, ¿por qué cuando la lluvia cae en mis brazos respiro
y siento que cada gota se fusiona con mi ser?
¡Dime!, ¿por qué cuando la lluvia comienza su tragedia
y con ganas se convierte en tormenta,
yo extiendo mis brazos al infinito, para que me haga sólo de ella?

Dime, ¿por qué la lluvia que alborota mis sentidos
me encamina al mundo de lo desconocido?
A eso que está al otro lado del charco,
materia invisible, agujero negro rico en bienestar.

Dime, ¿por qué la lluvia que me derrite como a un copo de nieve,
como un cubo de miel y de colmena que me hace ser culpable?
¿A solas? Perdóname, pero no lo logro ver.

¿Todos los días la culpa recaerá sobre mí
y se repitirá la sátira una y otra vez?
¡¿Qué pasa si la lluvia sinuosa cae para inyectarme un poco de placer?!
¿Acaso mi gélida piel no puede recibir unas gotas de éxtasis y de felicidad?
¡Já!, ¿es un delito delirar?
Explícame, ¿por qué danzo al ritmo del agua
cuando mi luna y mis estrellas me ven?
¡¿Por qué esos momentos figuran sólo
cuando mi alegría se transforma en bienestar?!
¡¿Por qué demonios es?!

Un poema a solas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario