lunes, 7 de junio de 2010

Percepción visual de un amor de infinita vida.

Vivo y sueño en eso que es
y pienso imaginando cualquier cosa
que sin cierta ciencia pudiera ser.
Pero yo lo viví, una y otra vez
y no puedo hacer nada para ocultarlo.
Entes, comprendí que soy de él.

Del que motivó mis feas sonrisas
caminando conmigo en suaves lloviznas;
el que suntuosamente soñé,
el hombre que necesité en vida
para que me enseñará todo lo que de ésta no sé.

Alterado anda mi tiempo y mi espacio
dada la ausencia y la presencia ajena de él.
¿Qué habrá de malo en naufragar
en aguas profundas ésta vez?
Nada, porque descubrí mi esencia,
es un riesgo que decidí asumir y recorrer.

El cumplido algún día estará en destino
y mis lunas dejarán de ser de papel;
ansioso baila mi corazón mesurado
porque ahora sólo lo espero,
-él sabe que locamente soy de él-.

Curiosa simetría adornada y vistosa
nudos oceánicos por pensar en ayer
de cualquier manera no podré ocultarlo,
todos lo saben; somos uno, yo soy yo y soy él.

Comprender los jugos líbidos de la ausencia
y nadar en una vía láctea bastante amena
sentir los tegumentos de sus sagradas féculas,
y trascender evadiendo mi nueva torpe esfera
-a voluntas me hace ser de él-.

Escogeré el destino aunque el cuerpo esté quieto;
pero ni mis versos y mis limpios sueños...
Ni mis pensamientos, y mis más complejos sentimientos
dejarán en algún momento de pertenecerles a él.

Porque la verdad no se niega
y nadie puede tapar el sol con un dedo
y ya ha sido el trayecto más que suficiente
como para permitirme otro fallido intento.
Porque éste amor es tácito -así lo siento-.
Porque soy eternamente de él.

Soy de éso... Soy del viento.

Sí, sí.

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