sábado, 13 de marzo de 2010

CASTIGO

Caminos que hartos no saben qué decir
para librarse del error del envenenamiento.
Señales sin sentido que vagan por doquier
para hacerse visibles en la atmósfera vidente.

Adormecida pena en la condenada fémina.
Ella no se da cuenta,
pero peca, y peca tanto que la sociedad falló
en contra de su ambigua presencia.

Oh, qué logros callejeros te has inventado
oh, qué cruda es tu vergüenza.
Alargadas y equívocas manos tienes,
manos que se extienden por la desacertada absolución
de tus sueños efímeros, fémina.

Mortificación.

Castigo bien merecido
al mérito que te apremia,
no me digas que no lo sabes,
aterradora doncella.

Basta de transitar en mundos violetas,
tienes que quedarte estática
en tu mal llamada condena,
ensuciando tu nombre,
hasta que te harte la conciencia.

Hasta que me ahíte la conciencia.

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